Nostalgias y un mañana.


Las mismas horas solas
me esperan
una y otra vez.

Las mismas, vacías.
Al llegar a casa
al dormir...

Al despertar soy escarcha
helada, frágil.
El vaho triste
que gotean los cristales.
La luz gris
de una mañana de invierno.

Una silla ocupada en la cocina
en silencio, con la mirada fija.
Un café
ausente
entre nostalgias y un mañana.


Un tres de noviembre.



Huele a naranja el tren.
A otoño ocre, tras la ventanilla.
Dentro la gente charla, lee y duerme.

Ya ha pasado el medio día
y el sol entra en el vagón, tímido
desde la esquina izquierza.

Apenas queda una hora
para llegar a casa.
Me lo dicen los árboles, mi tierra
y las casas de piedra.
El cielo azul y la helada
que caerá esta noche.

A mi lado está él.
Soportando
el peso de mi pierna ahora mismo.
Y mi mal genio cada mañana.