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Huyo de la muerte cerebral
del encefalograma plano.
Y de la plana monotonía.

Huyo de las palabras que no dicen nada.
De ese vacío que va llenándolos a todos.
Del abismo hacia la nada que se los traga.

Ya lo he visto, sé dónde acaba.
Y que no está ahí fuera.

Ya pequeña aprendí a caminar por el bordillo
y a pisar sólo las baldosas rojas.

Hoy me gustaría volver a trepar el árbol.


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