Ética ambiental: Cómo empezó todo.



Rousseau:El precursor.


¿CÓMO SE DESARROLLA UN GENIO?
Rousseau, nace en Ginebra en 1712 y muere en Francia en 1778. Debido a que perdió a su madre cuando aún era muy joven, no tuvo una vida amorosa muy afortunada. Nuestro autor, fue un estudiante autodidacta, que vagabundeaba pensativo en su soledad, y que fue abandonado y traicionado por sus propios amigos, llegando incluso a la marginación y la manía persecutoria. Algo que él mismo ve como “huir de los hombres para no tener que odiarlos”. Es curioso saber que durante que estaba vivo se le consideraba el “cirujano incompasivo de los mitos de su tiempo” y cómo a su muerte, en la Revolución Francesa sus palabras se gritaban defendiendo la Libertad.
Solemos conocer a Rousseau por obras como el “Emilio” y “Del contrato social”. Pero la genialidad de nuestro autor, no se reduce a estas obras, sino que en sus comienzos Jean-Jacques Rousseau, escribió textos muy interesantes, frescos y lo más importante: autónomos. Sus ideas, aunque estemos hablando de sus primeros escritos, tienen una autonomía de gran alcance que no siempre ha sido entendida en toda su magnitud.
La Ilustración, el Siglo de las Luces, la autoconciencia de la modernidad occidental, el siglo XVIII, en el que vive e investiga, y más concretamente la Ilustración francesa, tiene su origen en los años 1695-97 y podemos notar su influencia hasta la Revolución de 1789. Rousseau es un hijo de su tiempo, un tiempo que Kant acotó con un lema: “sapere aude” (atrévete a saber) y entendió en ella el momento de paso, de la infancia a la mayaría de edad, para el hombre Occidental.
Y con ello un antropocentrismo afianzado que vemos representado en una frase de Diderot: “El hombre es el término único del cual hay que partir y al cual hay que llevar todo”. Este antropocentrismo, tratará de organizar racionalmente los diferentes aspectos de la vida humana. Rousseau buscará una organización social que potencie la naturaleza humana y la respete, si la organización política vigente no es la mejor, habrá que investigar cuál corresponde al modo de ser del hombre. Y para ello habrá que buscar una educación que cure al individuo de los males de la civilización.
Hablamos de un genio, de su razón sublime y laboriosa, de su gran sensibilidad. Hablamos de alguien que vio en la naturaleza algo maravilloso, algo bello, algo que inspira a los hombres, que les aporta sensaciones que en la civilización se pierden. Hablamos de un hombre que notó cómo la naturaleza nos crió, hablamos de un hombre que vio en la madre naturaleza esa madre que tanto extrañó. Ese sosiego que sólo es comparable al regazo de una madre. Y a la vez, esa fuerza que sólo a ellas caracteriza.
SU ACTIVIDAD BOTÁNICA: PRELUDIO DE UNA ÉTICA AMBIENTAL

Rousseau dedicó a la botánica, su verdadero placer, desde 1764 (en una aldea suiza refugiándose de la orden de arresto dictada por el Parlamento de París) hasta su muerte. Ella, hacía que los hombres, seres odiosos, se desvanecieran en su intensa exuberancia. Se adentraba en el bosque queriendo olvidar la civilización cruel, queriendo ser feliz, anhelando que los demás, que no le dejaban serlo, se olvidasen por fin de su existencia.
Ya que sus perseguidores no dejaban de molestarle, él tenía que huir de bosque en bosque y de peña en peña. Pero no le importaba él ansiaba conocer plantas y agregarlas a sus herbarios. Plantas de Suiza, Francia, Inglaterra. Buscaba ampliarse. Buscaba plantas y a sí mismo en este mundo.
A este filósofo, la naturaleza siempre le había fascinado, pero su concentración no quería ser tal y se expandía, persiguiendo que su entendimiento abarcara todo. Fue solo cuando comenzó a fijarse, a lo largo de todas sus salidas al bosque, en cada detalle, que fue consciente del porqué de la armonía y equilibrio de los tres reinos.
Este extasío por la naturaleza. ¿Cómo es posible que otros no sean capaces de apreciarlo? Nuestro autor llega a la conclusión de que solo hay tres posibles causas para esta ceguera:
*1. La falta de sensibilidad natural.
*2. Ocupación del Espíritu en otras ideas.
*3. Búsqueda de plantas para utilizarlas como remedios.
Digamos que no le interesa la posible utilidad material para el hombre de la naturaleza. Lo que le interesa es saber cómo ese mundo que vemos como inmutable, esa naturaleza perenne, se ha desarrollado a lo largo de toda su historia y la importancia de los climas en la creación, o evolución de nuevas especies y la sostenibilidad de esos climas con respecto a todas las especies que dependen de estos.
Admira a Buffon, lee a Linneo y busca entre los antiguos respuestas a preguntas de hoy y de siempre. Es testigo de cómo Linneo intenta que consideren la posibilidad de hacer historia natural de la botánica, que venía siendo de uso farmacológico.
Rousseau ve en la naturaleza tres reinos, estos son:
*Mineral: es el más alejado del hombre en Estado Natural ya que para acceder a él es necesaria la industria y el trabajo. Actividades, para Rousseau degenerativas.
*Animal: su estudio bien ejecutado, que sería en su hábitat natural, es decir, en libertad, en su estado natural, no podría llevarse a cabo por su gran dificultad. Y estudiar a los animales en cautiverio, le llega a parecer inmoral por el hecho de privarles de esa libertad. Para Rousseau, los animales son seres sensibles. Y todo lo que tenga sensibilidad es in-maltratable. “Instinto de compasión”
*Vegetal: el más bello debido a su método de estudio no agresivo. Su objetivo, consistía en:
*1. Estudiar el funcionamiento de su “maquinaria”.
*2. Hallar sus leyes generales.
*3. Encontrar el propósito de tales estructuras.
Y es que, es amor, lo que siente Rousseau por la naturaleza vegetal. Ese respeto, esa admiración que provoca en él una humildad, la humildad que muy pocos habían tenido a cuenta tener. La de agacharse, (para Rousseau la de elevarse) ponerse al nivel de la planta, acercarse a ella y detenerse a observar cada rasgo, cada detalle, cada matiz que la hace única, que la hace bella.
Y se acerca, y lo hace en su estado natural, en su hogar, donde ha nacido y crecido, donde sigue creciendo. Y lo hace así, no arrancándola de su alrededor que la otorga sentido. Porque quiere conocerla en su verdadera naturaleza, en su inocencia primera, en su pureza natural (casi virginal) sin haber sido corrompida por la sucia mano humana.
Disfruta contemplándolas, comparándolas, clasificándolas. Disfruta de su compañía, de su quietud silenciosa (como lo hacía Neruda). Ajeno al bullicio de la urbe, ajeno al antropocentrismo desmesurado de sus contemporáneos y sus estúpidos jardines sistematizados.
Sus pensamientos acerca de la naturaleza, suponen en sí mismos el comienzo de una ética medioambiental. Un grito a la humanidad cada día más deshumanizada, cada día más industrial, más civilizada, más urbanita, cada día más alejada de sus orígenes, de lo que de verdad es, más inmersa en su propia humanidad como Narciso en su reflejo.
En 1770, Rousseau regresa a París después de seis años confeccionando sus herbarios y ampliando sus conocimientos sobre botánica. Pero no solo eso sino que había estado preparando el lanzamiento al mundo de dos obras de divulgación:

*“Fragmentos para un Diccionario de términos de uso en Botánica”

* “Cartas sobre la Botánica”(ocho en total escritas entre agosto de 1771 y abril de 1773, que se editaron como unidad y habiendo muerto ya el autor, en 1781). Al parecer las dificultades que se habia encontrado para estudiar las plantas, habia suscitado en el autor algunas ideas para que otros también pudieran estudiarla. Y en estas cartas dirigidas a Madame Delessert se puede apreciar la disposición de Rousseau a la enseñanza. Viendo madame Delessert esta disposición, aprovecha y le pide al autor que le ayude a enseñar a su hija de cuatro años a observar la naturaleza y disfrutar de su observación y estudio. A lo que el botánico accede gustoso.
Así vemos que en las cartas el autor trata de enseñar a Madame Delessert para que ella como madre enseñe a su hija, según ella vaya viendo que es capaz de comprender lo que se le explica:
“No le explicaréis gradualmente sino aquello que pueda convenir a su edad y sexo, guiándola para encontrar las cosas por sí misma más que enseñándoselas”[1]
La aspiración de Rousseau no consiste en enseñar a una niña de cuatro años la ciencia de la botánica. Su aspiración es menos ambiciosa y más sensata: consiste en prepararla para su estudio mediante la observación alegre de la naturaleza en compañía de su madre, en crear una asociación perfecta entre el cariño maternal y la belleza natural que favorezca la disposición futura de los sentidos y determine el gusto por las plantas. Por otra parte, el aprendizaje debe ser tal que la niña se implique intelectualmente en la tarea.[2]
En “Fragmentos para un diccionario de términos de uso en botánica”, hace una pequeña “introducción” donde describe la historia de la botánica y dedica unas líneas al problema de la nomenglatura:
“Se trata de ver […] si los conocimientos acumulados por todos los sabios que dedicaron su dinero, su vida y sus desvelos a viajes inmensos, costosos, extenuantes y peligrosos deben ser inútiles para sus sucesores, y si cada uno de nosotros, partiendo de cero, podrá adquirir los mismos conocimientos de los que el género humano se ha hecho merecedor tras una larga cadena de investigaciones y estudios.[3]

[1] Lettres sur la Botanique, OC IV, p. 1155.
[2] El valor pedagógico de las cartas sobre la botánica de Jean-Jacques Rousseau. Fernando Calderón y Alfredo Marcos.
[3] Rousseau, OC IV, p.1209.
En su obra, este adelantado a su tiempo, no sólo nos deja una moralidad medioambiental eco-sostenible, sino que además entre sus líneas encontramos una guía, un manual para aprender a amar esta naturaleza de la que somos parte, para darnos cuenta de que no somos todo ni mucho menos, de que la especie humana, es sólo una especie más, entre multitud de especies de plantas y otros tantos animales. Es una voz que se eleva entre las demás y nos dice que hemos de cuidar a nuestra madre, que hemos de amarla y estudiarla para aprender de ella, al fin y al cabo ella estaba aquí mucho antes que nosotros. Es más, Ella es el aquí y el ahora, el ayer y el mañana. Y sólo su propia garantía de supervivencia es la nuestra.

Patricia Maestro Cueto
2º Filosofía
Filosofía de la biología
Septiembre 2009

1 comentario:

  1. gracias por la información, es bueno tener entradas en los blogs tan didácticas como ésta, dan resultado si uno no quiere estar siempre encapsulado en la poesía y demas.

    un abrazo voltios angel

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