Calándome.



Aire húmedo de otoño.
Vuelve
como la lluvia que empieza y no para.
Como charcos pisados una y otra vez.

Hoy anduve bajo esa lluvia
calándome, mientras corría
acalorada en mi vestimenta de invierno.


Sorteando a gente con paraguas
y a los coches por la carretera.
Me sentí más viva que ellos 

y eso me gustó.

Ahora ya en casa
puede que me sienta más muerta.

Y es posible que lo esté.
Pero resurgir
es un instante.



Cuatro paredes.


Son estas cuatro paredes sin sentido
de interior hueco
trasnochado de horas que deambulan
entre el ayer y el mañana.
Sin hoy. Hueco.

Ausencia
de mi misma en mí, que escapa
del hueco, de las horas...
Que escapa
en un parpadeo, se pierde.
Se va.



La otra mitad.


Cuando estoy triste
me drogo y duermo.
Las horas no pasan.
La oscuridad
me protege de un nuevo día
igual al anterior.

La persiana bajada.
La puerta cerrada.
La cama vacía, y yo
bajo la colcha
la otra mitad.