Ruido.

Un mar muerto,
luces azules y sirenas.

Un mar.
Frío que aliena.

Desde mi balcón,
no se ve la luna.

23 febrero 2011.

Hoy he visto
las primeras margaritas
del año.

Ahí saliendo al Sol,
blancas,
entre la hierba verde.

Te has ido. Adriana Bañares (Awi).

No me has mirado a los ojos, señor. Sonriendo he dicho tu nombre. ¿Qué son esas letras que escupes lentas con miedo?
Es caridad. Por compasión.
Cómo te encuentras.
Mírame a los ojos y encuentra la respuesta. Huele mi pelo y retrocede a nuestro primer verano. Dime si has conseguido algo mejor.
¿Llegaste a echarme de menos?
No me has mirado a los ojos, señor.
Esperaba subirme a tu barca, señor.
Volver a aprender de ti para ser sabia. Mirarnos de reojo, guardar silencios, pensarnos y hacernos el amor enamorados.
No me has mirado a los ojos, señor.
Te imagino sin mí delante de nosotros y ahora son ellos
y tú
te has ido.
Imagino el color de mis ojos, me los quito y pienso que he ganado la guerra al recuerdo pero tú, señor, no me has mirado a los ojos y te has ido.
Me quedo quieta hasta que alguien tira de mí. Me has amarrado a tu barca:
después de todo no me querías tan lejos y me arrastras contigo, con lo que fuiste. Lo que fuimos. Y me quedo varada en la orilla en sangre y tiemblo.
Extiendo mi mano hacia ti pero tú
ya te has ido.

Más días rojos.

Diluvia en Valladolid,
una vez más.

Y como siempre,
la humedad
se adentra entre
las grietas.

Mis pantalones,
rojos como mis manos,
cuelgan empapados
de un clavo.

Luto.

Me siento al Sol,
a ver si se me seca
la tristeza.

A ver si se me calienta
el corazón.

Vestida de negro.
Luto.
Porque mi esperanza ha muerto.

Me siento al Sol,
a ese que nace cada mañana
brillando.

Intentando comprender
cómo lo consigue.